El pasado febrero mi compañero de montaña Dani y un servidor, marchamos de nuevo a Sierra Nevada para afrontar un nuevo reto: Siete Lagunas y Alcazaba. Nos desplazamos hasta el lejano pueblo alpujarreño de Trevélez, conocido particularmente por sus jamones. Llegamos sobre las 13:00 horas de la tarde, un poco más tarde del tiempo previsto. La previsión del tiempo era halagüeña, pero cuando nos bajamos del coche comprobamos que la cosa no pintaba muy bien, hacía algo de viento y las nueves amenazaban por las crestas de Sierra Nevada. Incluso así decidimos partir, con la esperanza de no tener que regresar antes de anochecer.
A eso de las 14:00 horas ya estábamos en marcha ascendiendo por el sendero hasta Siete Lagunas, la pendiente era pronunciada y el peso de las mochilas se dejaba notar, más aun cargando la tienda de casi 3Kg que nos debería cobijar durante la pernocta. Sobre las 17:00 horas llegamos a la Campiñuela, antiguo refugio ganadero usado en tiempos pasados. Analizando la situación climática, el peso, el tiempo y las fuerzas decidimos acampar y aclimatarnos para la siguiente jornada.
La tienda de nuestro amigo Juan (gracias de nuevo) nos lo puso muy fácil y en menos de unos 20 minutos todo estaba listo. El viento apretaba y el termómetro bajaba de los cero varios grados. La Campiñuela estaba en unas condiciones lamentables, con medio techo caído y cubierto en su interior por la nieve. Aunque era mejor que estar al raso de la noche, que se las traía. Té, pasta, choricitos y guardar y asegurar la comida para que los zorrillos no nos diera la noche y a probar la acampada a casi 2.500 m de altitud. La estancia dentro de la tienda en pleno invierno era excepcional, no pasamos frío y dormimos de lujo. A eso de las 3:00 de la mañana me desperté muerto de sed buscando la botella de agua, para mi sorpresa estaba casi congelada, el termómetro marcaba -9º.
A eso de las 6:30 horas de la mañana nos despertamos, asomamos la cabeza por el avance de la tienda y la cosa no podía pintar peor, hacía mucho viento y las nueves seguían ahí. Por lo que volvimos a enroscarnos en nuestros sacos y esperar la luz del sol. Con el Lorenzo todo parecía diferente, a pesar del frío el cielo se mostraba azul dejando abierta nuestras esperanzas.
Nos equipamos y desayunamos rápidamente, para empezar cuanto antes, pero cuando fuimos a buscar el chorizo que habíamos escondido para la próxima jornada había desaparecido, los zorros nos habían ganado la partida, así que tocaba sustentarnos todo el día con barritas energéticas. Al inicio no había mucha nieve, con muchos senderos abiertos por lo que decidimos apurar un poco más sin crampones. La subida hasta Siete Lagunas fue bastante dura, con una ventisca que nos helaba las cejas y el bigote. La llegada la altiplanicie fue colosal , una inmensa llanura se nos abría a nuestros pies a casi 3.000 metros, con el Mulhacen a la izquierda. Habíamos llegado a Siete Lagunas pero la Alcazaba se nos iba de las manos, no nos daría tiempo. Para quitarnos el mal gusto ascendimos por la Loma Culo de Perro llegando al Peñón del Globo con 3.288. Las vistas de postal: Mulhacén, Veleta, Alcazaba, Picón de Jerez… La panorámica duro poco, el ventisca y el frío nos obligaron a descender rápidamente hasta Siete Lagunas y de allí hasta nuestro “pequeño campo base”. A eso de las 17:00 estábamos en la Campiñuela, pasamos por el derruido refugio y allí estaba husmeando nuestro amigo buscando un nuevo chorizo, esta vez con peor suerte. Dada la hora y la meteorología decidimos bajar al pueblo, para volver hasta tierras gaditanas.
Hola chicos, soy Maria, esta semana santa quiero hacerme con una amiga el gr 140 Desde la ragua a cabo de gata, conocéis esta ruta? alguna recomendación?gracias
ResponderEliminar